Espinar y Chumbivilcas son dos provincias cusqueñas en donde se desarrolla la minería. Desde el 2005, sus municipios reciben millones de soles por concepto de canon y regalías mineras. Uno podría suponer que los ciudadanos de ambas localidades gozan de excelentes condiciones de vida, pero no.
Al contrario, el índice de pobreza es elevado, al igual que la anemia. Muchos no acceden a los servicios básicos de agua potable y desagüe. Encima, se reportan 77 procesos penales por presunta corrupción. Todo esto lo revela el reportaje «Pobreza y corrupción en dos provincias del Cusco».
En esta oportunidad conversamos con su autor, José Víctor Salcedo Ccama, quien participó en el Programa de apoyo a Investigaciones periodísticas en regiones ejecutado por el Grupo Propuesta Ciudadana en alianza con la Fundación Gustavo Mohme Llona. Nos cuenta cómo investigó la gestión de los recursos por concepto de canon y regalía mineras, las dificultades por las que atravesó y cómo el periodismo puede contribuir a los cambios.
¿Cuál fue el punto de partida de tu reportaje?
Hice una investigación similar el año pasado para conocer cómo se utilizaban los recursos del canon gasífero en La Convención, provincia que recibe la mayor cantidad de dinero por esa fuente. Lo que encontré fue que el dinero era mal utilizado: obras fantasmas, sobrevaloraciones en la ejecución y construcciones inservibles. Entonces, quise hacer esa misma investigación en las zonas mineras de Espinar y Chumbivilcas, donde además hay altas tasas de pobreza. Quería saber cuál es el destino de los recursos que reciben por la explotación minera y por qué la pobreza y la anemia persisten en las zonas. Así fue como empezó.
¿Qué hipótesis te planteaste?
Fue que la corrupción, la ineficiencia y la falta de calidad en el gasto hicieron que los recursos del canon se perdieran en el camino. Se desaprovecharon (las oportunidades) para mejorar la calidad de vida de estas poblaciones.
Una situación similar con respecto a lo que investigaste en La Convención.
Exacto, aunque aquí es un poco más dramático. Digamos que en La Convención sí ha habido un cierto retroceso en los niveles de anemia y pobreza. Pero en las provincias mencionadas la pobreza es alta. Chumbivilcas supera el 43 %, me parece. En Espinar está casi en 15 % más respecto al promedio regional, que es 30 %.
¿En qué consistió tu método de investigación? El reportaje detalla tres variables: la transferencia económica por canon y regalías mineras, el nivel de pobreza y de anemia.
Lo que propuse en el trabajo fue comparar tres variables: las transferencia por canon y regalías, los índices de pobreza y anemia existentes en esos territorios, y sus niveles de corrupción. Comparando y cruzando estas variables me ayudaron a corroborar la hipótesis. En efecto, habían transferencias económicas bastante importantes, el uso del recurso era ineficiente y a la vez se perdían en actos de corrupción. En ambas provincias, la procuraduría anticorrupción halló más de 40 casos de corrupción. La mayoría involucran a los últimos alcaldes de estas localidades. Unos de los efectos del mal uso de recursos y del desvío en actos de corrupción es que no se hicieron obras elementales como dotar de agua a la población o mejorar los servicios de salud que hubiesen permitido reducir los índices de anemia. Básicamente, ese fue el trabajo que se hizo.
Cuarenta casos de corrupción son una cifra elevada.
Es elevadísimo. La región del Cusco está entre los primeros lugares por casos de corrupción, según estudio que hizo, en el 2019, la procuraduría anticorrupción a nivel nacional. Somos el segundo departamento con mayor cantidad de casos después de Lima. Imagínate la magnitud de la corrupción que hay aquí. En la región Cusco, por ejemplo, una veintena de alcaldes y exalcaldes están con prisión preventiva. La ciudad del Cusco es la que lidera la lista. Luego, le sigue La Convención que registra el 30 % de los casos.
¿Cuánto tiempo te tomó realizar el reportaje?
Me tomó alrededor de dos meses y medio desde que se aprobó el proyecto y con la hipótesis planteada. La situación de la pandemia impidió hacer el trabajo de reportería con mayor rapidez. Tuve la suerte de que hubo una protesta en Espinar. Aproveché esa situación para conseguir los permisos y viajar. Estando allá hice el reporteo. A Chumbivilcas no pude llegar. Realicé entrevistas remotas. Por eso es que los testimonios de Espinar tienen mayor profundidad. Están mejor graficados.
¿Qué otras dificultades aparecieron durante la investigación?
Se me hizo complicado recoger los testimonios, ubicar a las personas. Demoré un tiempo importante, unos 20 días dedicados a tratar de encontrar testimonios que expliquen la realidad que se cuenta en el reportaje. Me tomó tiempo corroborar que ellos vivían en las zonas y que conocían la realidad. Otra dificultad fue la demora en la entrega de información. Solicité un reporte a la procuraduría anticorrupción del Cusco, pero por la pandemia se retrasó. Me pidieron tiempo para hacer la tabulación de los casos de las dos provincias. Solo tenían información general del departamento. Claro que yo había conseguido del Ministerio Público un reporte e hice una base propia. Mi primer borrador lo incluyó. Luego fue cambiado por la información de la procuraduría.
¿Sobre los datos de transferencia económica por canon y regalías mineras?
Tuve cierta dificultad para tabularlas. Afortunadamente, los especialistas me ayudaron a confirmar que si estas eran las cifras que se habían transferido. En un inicio hice un cálculo en base a las cifras del portal de transparencia del MEF (Ministerio de Economía y Finanzas). Esa data es engañosa, porque lo que contiene no son transferencias anuales, sino presupuestos anuales, que duplican el monto. Estos últimos implican también saldo de balances, es decir, lo que quedó en el año lo vuelven a incluir para el siguiente. Cuando hicimos el chequeo con los especialistas, vimos que las cifras eran menores, la mitad, pero aún así era bastante porque estamos hablando casi de 2 000 millones de soles desde el 2005. Es una cifra bastante alta para poblaciones que no tienen tantos habitantes.
Finalmente, toda esta información la pudiste desarrollar de una manera muy ágil. No presentas textos muy rígidos. Por ejemplo, desde el inicio, el reportaje da detalles de cómo es la comunidad de Alto Huancané.
Eso es gracias a los talleres de la Fundación Mohme y Propuesta Ciudadana. Justamente, la intención era trabajar los temas de transparencia en las industrias extractivas utilizando el método del periodismo narrativo. Tuvimos seis sesiones con Roberto Herrscher, el gran periodista argentino que nos permitió perfilar la estructura del reportaje y priorizar lo narrativo en vez de la concentración de datos. Era mejor explicar la situación y acompañarla con infografías. Así se entendía mejor el problema que se vive en esas zonas.
Parte del enfoque, empleas las miradas de varias personas entre las que se encuentra doña Melchora Surco, que cuenta su lucha contra la otrora minera Xtrata, y Germán Salcedo, que mira pasar 370 camiones al día. ¿Qué te motivó a reflejar sus miradas?
A Melchora la conozco desde el 2013, cuando se conocen los resultados de que los pobladores de Espinar estaban contaminados con metales pesados. Me sorprendió el hecho de que la señora, pese a su humildad y falta de conocimiento en aquel momento, se había ganado el pleito de defender a sus conciudadanos. Y de exigir al gobierno y a la empresa minera que los atienda, pero más allá de que sea la minera la que contamina, y que eso haya provocado la contaminación de las personas, ella reclamaba atención. Entonces, he monitoreado su trabajo. Se ha mantenido firme hasta ahora. Sigue siendo parte del grupo que impulsa estos reclamos para que la población sea atendida. Por otro lado, cuando viajé al corredor minero, conocí a Germán, un joven dirigente que conoce bien su realidad. Sabe cómo explicar el sentimiento de las comunidades de Chumbivilcas. Ellos no están en contra de la actividad minera, sino exigen mínimos parámetros para que la contaminación no los afecte. Si vas a Chumbivilcas, verás que la enorme cantidad de vehículos que pasan por el corredor minero generan microsismos y rajaduras en las viviendas, que son de adobe. A su vez, levantan polvo. En esas condiciones es imposible vivir. Esas historias eran las que reflejaban mejor, por un lado, las consecuencias de la actividad minera y, por otro lado, la ineficiencia o desinterés de las autoridades para atender a estas poblaciones.
El canon y las regalías que dejan las mineras hace suponer que las comunidades que viven cerca a estos enclaves tendrían una mejor calidad de vida. Pero sucede todo lo contrario. Siguen padeciendo los males de la pobreza y corrupción, ¿no?
Esa es la ironía de los sitios donde hay actividades extractivas. En La Convención, donde está el yacimiento de Camisea, ves pobreza pese a que el per cápita es superior al de Miraflores (Lima). Imagínate esa magnitud de dinero que recibe, pero la gente no tiene agua potable ni saneamiento. En Quillabamba, por ejemplo, siguen cocinando con leña siendo una zona donde se extrae gas. Lo mismo pasa con las provincias de altura. Las comunidades donde están los yacimientos mineros siguen siendo pobres. Ojo, no todos, porque ha habido beneficios para un sector de la población, pero no ha sido uniforme para todos. Las autoridades no han sabido o no han querido utilizar adecuadamente los recursos para justamente sacarlos de esta situación.
¿Crees que la situación podría mejorar?
Sí podría mejorar siempre que las autoridades, las que sean elegidas en adelante, tengan ese interés y afán. El asunto es que en esos territorios donde hay minería tengo la impresión de que el discurso electoral se impone sobre el ejercicio de autoridad, que debería estar enfocado para resolver los problemas de la ciudadanía. Es decir, las autoridades y políticos de estas zonas tienen como prioridad la confrontación con las empresas mineras y no tanto en la solución de los problemas de sus habitantes. Estamos hablando de millones de soles que tienen en cartera y que bien podrían ser utilizados en proyectos para eliminar la anemia, para luchar contra la pobreza, para mejorar los servicios de salud y educación. Si hubiera mayor capacidad de diálogo y de gestión podrían comprometer a las empresas mineras a que también contribuyan a resolver los problemas.
¿Cómo desde el periodismo se puede buscar soluciones dentro de un problema complejo?
El hecho de poner en evidencia estas ironías ya representa una ayuda para las autoridades. El aporte del periodismo es mostrarles a las autoridades, desde la voz de los propios ciudadanos, los problemas de una realidad triste. Las autoridades deberían prestarle atención. Espero que tenga la madurez de recibirlo como una observación y una crítica que puede ser corregida. Está en sus manos.
¿Quedó pendiente alguna indagación dentro de la investigación?
La hipótesis incluía determinar si había una suerte de confabulación entre las autoridades y los partidos políticos. Tenía la sospecha de que la corrupción era manejada por estas organizaciones, impulsadas por las autoridades que habían ganado en municipios provinciales o distritales. Esa variable no ha podido ser confirmada y se excluyó. Sigo trabajando en eso para ver cuál es el nivel de relación entre los partidos o movimientos políticos y la corrupción existentes en estas localidades.
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