Hoy el diario La República celebra el trigésimo séptimo aniversario de su primera aparición entre los medios periodísticos. Por tal motivo, la Fundación Mohme, en homenaje al periódico, reproduce una columna escrita por su fundador y otrora director, don Gustavo Mohme Llona, en el año 1996, el cual tituló “Nuestros 15 años”. En el artículo, don Gustavo realiza un balance sobre el papel y compromiso del diario con sus lectores. A pesar de la antigüedad del texto años, aún cobra vigencia y motiva su reflexión.
NUESTROS 15 AÑOS
Por Gustavo Mohme Llona
La República cumple quince años como diario cercano a las perspectivas populares del Perú y continúa con pie firme su segundo decenio de vida. Es una historia de éxito periodístico, pero sobre todo una historia de éxito cívico, pues nuestro desarrollo se sustenta en una comunidad de lectores que creemos distinta a la que congregan otros medios de la prensa escrita.
Hemos logrado prestar voz a lo que antes solo era una conciencia o una empatía. Desde nuestros comienzos nos constituímos en foro plural y en escenario de los más importantes debates del periodo democrático iniciado en 1980 y aprendimos también a reconocer lo que tienen en común las posiciones que están por el avance de las mayorías y el desarrollo nacional. Como ha ocurrido desde aquellas jornadas aurorales, pretendemos ser la síntesis de aquellas voces discrepantes que, juntas, mantienen vigentes los espacio democráticos del país.
Seguimos fieles a esa idea fundamental que considera la democracia como un espacio abierto a lo popular, idea que recorría ya nuestro primer editorial, en el que un periódico nuevo se planteaba como tarea contribuir a la existencia de una república superior a la que conocemos. Ese propósito, sencillo solo en apariencia, inevitablemente nos convirtió en un diario de denuncia social, de defensa de los intereses populares, de lucha por los principios democráticos.
Sostuvimos entonces, y sostenemos ahora, que “si pulsamos a fondo el alma de los peruanos, ascenderá a nosotros la voz de un pueblo que no ha sido derrotado. El Perú no es una sino varias naciones, cada una con motivaciones poderosas (…) que anhelan descubrir su destino, su misión, su identidad colectiva”.
Ya entonces, con más osadía que certeza, pero con la misma decisión, afirmábamos: “este diario no es un instrumento de contemplación, ni quienes asumimos el compromiso de editarlo vamos a constituir un grupo de meditantes o de simples observadores de cuanto sucede en el país. El periodismo que proponemos acelera el circuito de la información y enriquecen el vínculo con quienes lo leen, haciéndolos más profundo, más agudo, con mayores compromisos personales. También proponemos que información y opinión se asocien no solo a las preocupaciones inmediatas, sino al futuro porque desde el punto de vista práctico, ningún problema práctico puede ser positivamente abordado si no lo trascendemos al tiempo que vendrá”.
El proceso sería más o menos así: los lectores crean las noticias, los periodistas las recogen y, con mayor o menor fortuna, se las devuelven convertidas en papel y tinta. El único valor de la operación consiste en que no se trata de los mismos lectores y, de esa manera, gracias a La República, cada uno se entera de lo que hizo o piensa hacer el otro.
Aunque el relato parece sencillo, el esfuerzo no carece de méritos. En el medio se cruzan los intereses económicos y políticos, la agudeza o la chatura, la inteligencia o torpeza de cualquier empresa humana. La imagen que los periodistas transmiten del mundo nos desnuda casi tanto como los hechos que ellos quieren transmitir.
La República se propuso aquel lejano 16 de noviembre de 1981 devolver a los lectores una mejor imagen de sí mismos o, mejor dicho, una imagen más real de sí mismos. Por eso definimos también una cuestión difícil pero que zanjada desde el primer día nos evitó siempre el cortejo al poder: “Este no es un diario destinado a convertirse en opositor privilegiado del actual régimen democrático, cuyos conductores son tan transitorios como quienes escribimos estas páginas. Seremos críticos e independientes porque el Perú es mucho más que los años que restan a este gobierno y que cualquier mandato o situación política, por prolongada que pueda parecernos”.
Esta posición, definida entonces frente al segundo belaundismo, fue mantenida a lo largo del gobierno de García y del primer fujimorismo, y podemos asegurar que se mantendrá a lo largo del segundo mandato del ingeniero Fujimori, pues La República no responde a consignas o directivas de ningún partido o frente político. Situada en el campo popular, apoyará y apoya todo aquello beneficie a las mayorías. Y, por lo mismo, se opone y opondrá a lo que considera que las perjudica, aunque la tarea, en los tiempos neoliberales que corren, pueda parecer desmesuradas.