La cronista y editora argentina Leila Guerriero compartió su metodología de trabajo con un grupo de periodistas peruanos, durante el taller de Periodismo Narrativo realizado en el marco del “Programa de Capacitación para periodistas: En busca de la sostenibilidad hídrica”. Esta iniciativa es ejecutada por la Fundación Gustavo Mohme Llona, la Especialidad de Periodismo de la PUCP y el “Proyecto Infraestructura Natural para la Seguridad Hídrica”.
En dos sesiones virtuales realizadas en el año 2020, la periodista argentina partió por una idea clave: el periodismo narrativo no es exactamente periodismo de investigación, pero investiga y trata de despertar la hiperconciencia del texto. Es decir, la narración debe ser el equivalente a un acontecimiento, donde la vida entra a través de los detalles o las descripciones.
Para lograr ello, la periodista identifica tres momentos fundamentales: el reporteo, la selección de la información y la escritura.
El reporteo
“Ningún texto de periodismo narrativo funciona sin un gran trabajo de reporteo”, fue lo primero que aseveró Leila Guerriero. ¿Por qué? Explicó que sin este primer momento no se puede concebir una crónica bien escrita y sin este paso no hay sustento para los recursos narrativos. Más bien, todo parte de lo que miramos, escuchamos, sentimos y hasta olemos.
Por ello el sentido del reporteo es que a medida que el periodista conversa, investiga y experimenta va teniendo argumentos para mostrar y demostrar cada cosa que narrará. Dentro de este proceso, hay tres aspectos relevantes.
Elección del tema y trabajo de archivo
El punto de partida del reporteo es la elección del tema. No se sale a la calle sin haber elegido uno, comentó Guerriero, pero aclaró que no todos los temas son tratables desde el punto de vista narrativo como, por ejemplo, las tendencias o las coyunturas. Por consiguiente, el periodista debe buscar una historia sólida, que tenga una singularidad fuerte y que la elección no sea arbitraria.
El trabajo de archivo es otro de los pasos. Es el momento donde el periodista investiga. Hace una búsqueda de información sobre el tema antes de salir a reportear. Guerriero señaló que este trabajo previo brinda herramientas para sobrellevar una entrevista y generar contexto sobre las cosas que necesitan explicación.
El acceso, mapa de reporteo y el tiempo
“No se puede hacer un gran texto si uno no tiene el acceso suficiente para ir a reportear”, dijo Guerriero. En ese sentido, el periodista debe realizar un trabajo de “preproducción” para planificar una estrategia de abordaje o un mapa de reporteo.
Sugirió primero identificar a los actores de la historia, luego, abordar al protagonista. No obstante, también recomendó prestar atención a los pequeños personajes que puedan aparecer en el reporteo, pues sus historias de vida podrían “sintetizar un mundo, representar un universo”.
¿Cuánto tiempo toma reportear?, es una de las preguntas más frecuentes que le hacen a Leila Guerriero. Ella comentó que si bien son largas las jornadas de reporteo, es difícil sostener la tensión y la atención sobre una historia por demasiado tiempo. A su modo de ver, la duración es relativa a cada trabajo.
Lo que sí destacó fue su propósito: permanecer un tiempo prudente en un determinado sitio logra que la presencia del periodista pase desapercibida dentro de la vida del entrevistado. Esto no quiere decir que el periodista camufle su identidad, sino que genera que su estadía sea opaca para los demás, pero sin dejar de preguntar.
La entrevista
Es el paso primordial del reporteo y, por lo tanto, el más importante. Antes de empezar una entrevista, Guerriero recomendó indicar al entrevistado que platicará varias veces con él sin mencionar cuántas. Según la periodista, es importante ser honestos con las fuentes desde el principio para no incomodar después. “Siempre el periodista debe acomodarse a su disponibilidad”, apuntó.
La calidad de las respuestas depende mucho de la actitud del periodista. Si el cronista muestra desinterés, el entrevistado también lo hará. En cambio, si coloca todos sus sentidos sobre él, tarde o temprano el otro depondrá cualquier actitud defensiva y se sentirá cómodo para conversar. Por ello, la postura del periodista tendría que ser interesada e informada.
La cantidad de preguntas es otro punto que Guerriero considera importante. “No es bueno hacer un cuestionario de 400 preguntas”, advirtió. Menos aún llegar a la sesión con fajos de papeles en la mano. Es mejor llevarlas siempre en “la cabeza”. Las preguntas, afirmó, deben desprenderse desde la curiosidad del periodista sin caer en una especie de interrogatorio.
Selección de la información
Luego de un arduo proceso, continúa el momento de la selección de la información recolectada. Estas son las grabaciones, las fotografías y las documentaciones. La sistematización, y su posterior discriminación, permitirá descubrir de qué va la historia.
Un detalle que contó la periodista respecto de su método personal de trabajo es que se toma el tiempo necesario para transcribir en la computadora todas las conversaciones sostenidas con sus entrevistados. El paso siguiente consiste en imprimirlos íntegramente y luego realiza la lectura minuciosa para identificar la información más relevante e incluso detalles que puedan servir más adelante en la construcción de la historia.
La escritura
Todo texto del periodismo narrativo funciona como una fórmula matemática. No solo se trata de escribir bien, sino que cada línea tiene que mostrar y demostrar. “Uno no inventa las cosas”, explicó Guerriero. “Hasta para decir la palabra ‘impecable’ se basa en algo que sale de la realidad”, agregó.
Y de esto trata el tercer momento dentro de la construcción de una crónica o perfil. Al igual que el reporteo, la escritura es un proceso largo en el periodismo narrativo. Comentó Guerriero que es el paso donde confluyen lógicamente los recuerdos, las sensaciones y la información recolectada. No hay fórmulas para escribir, aseguró la periodista argentina, aunque esbozó cuatro elementos basados en su experiencia.
El arranque
Leila Guerriero confesó que no se sienta a escribir si no tiene en la cabeza el párrafo de arranque. Para ella es muy importante definir el inicio porque condiciona por completo toda la estructura del texto. Puede demorar días encontrar la frase inicial. A este proceso previo lo llama “el momento de la no escritura”, que es un episodio límbico, un momento en el cual analiza todo el material recogido mientras resuelve la duda de por dónde empezar.
¿Cómo define entonces el arranque de un texto? Guerriero explicó que lo somete a una serie de cuestiones que si son favorables lo valida. Identificó cuatro criterios: si es justo, si es necesario, que no cierre posibilidades para los siguientes párrafos y que no sea arbitrario. El arranque también permite generar el clima del texto o, como ella prefirió llamarlo, su coloratura.
Contar la singularidad y la tensión dramática
Una vez definido el arranque, los siguientes párrafos deben contar la singularidad de la historia y debe responder el por qué merece ser leído el texto. Para la periodista, el lector debe ir encontrando ese sentido mientras avanza con su lectura.
Otro elemento que debe incluirse es el recurso de la tensión dramática o, simplemente, el suspenso. Según Guerriero, las respuestas a las preguntas que va despertando la historia no deben llegar de golpe, sino mantener las incógnitas hasta cuando sea necesario revelarlas.
El dato duro y el contexto
¿Cómo los periodistas tratan los datos duros? “Los arrojan al texto como si echaran cemento para levantar una pared”, apuntó Guerriero a modo de crítica. Los datos duros, por el contrario, deben ser tratados como una voz que no haga ruido con la atmósfera de la historia. De interrumpir el clima, desarma toda la narrativa.
Un recurso que sugirió Guerriero es la contextualización de los datos, que permite comprender lo que se lee. La apuesta de un texto narrativo es que sea entendido desde el inicio para que el lector no tenga que interrumpir su lectura porque no entendió. Si bien es importante el uso del contexto, este no debe sobrecargar la narración. “Hay que ser reduccionistas”, señaló.
Un texto sólido
Finalmente, lo que hace que una crónica o perfil esté escrito “tremendamente bien” es su solidez, concluyó Guerriero. Si la narración logra ser lógica, su fondo y su forma no se desarma. Por ello, en el periodismo narrativo, cada enunciado se sustenta en escenas, en apuntes, en entrevistas y en lecturas.
Si el lector avanza sin preguntarse de dónde el periodista sacó esa información, si el lector no duda sobre lo narrado y si disfruta de su lectura significa que el texto está “escrito tremendamente bien”.